JOVEN DE 21 AÑOS ASEGURA QUE SU AGRESOR QUERÍA MATARLA PARA QUE ELLA NO LO DENUNCIE
Una universitaria logró escapar de la pesadilla más espantosa que sufrió en su vida. La joven fue rociada con gas pimienta, golpeada, violada y casi asesinada por un hombre que conoció horas antes y que le presentaron como un policía.
La estudiante de la carrera de Medicina de una de las universidades de Cochabamba. Ella y sus compañeros de curso salieron el miércoles en la noche a celebrar el último examen que dieron del semestre.
Fueron a la avenida América donde compartieron algunas bebidas en grupo, delincuentes abordaron a los universitarios y les robaron un celular de alto costo. Acudieron a la fuerza anticrimen para denunciar el hecho, pero no quisieron recibirles la denuncia porque habían bebido alcohol. Molestos, los jóvenes salieron de la FELCC y uno de ellos comentó que tenía un primo policía que podía ayudarlos.
Lo llamó y el grupo se encontró con el supuesto policía que estaba de civil y que llegó en una vagoneta guinda color vino. Le contaron lo ocurrido, les aconsejó sobre el procedimiento que debían efectuar horas más tarde y compartió con los universitarios un tiempo. Luego ofreció llevarles a sus casas. El supuesto policía transportó primero a una universitaria, luego dejó a su primo en su casa del kilómetro 5.5 de la avenida Blanco Galindo y se había comprometido a llevar a la estudiante (víctima) hasta su casa en Quillacollo, pero en lugar de seguir por la avenida dio la vuelta y tomó la avenida Petrolera.
La estudiante de 21 años le preguntó hacia dónde la llevaba, pero él no respondió. En lugar de ello, le roció con gas pimienta en el rostro. “Parecía loco, me echó con el gas a los ojos, yo no veía nada, todo estaba blanco y me asusté mucho, siguió echándome el gas en todo el cuerpo. Yo intentaba salir de su auto, pero no hallaba el agarrador de la puerta y me golpeó, luego abusó de mí”, relató la mujer mostrando a los periodistas su camisa llena de manchas y oliendo a gas lacrimógeno.
Con los ojos rojos, el rostro demacrado y con huellas de violencia, la estudiante dijo que pensó que ese iba a ser el último día de su vida, pues él le dijo que como ella podía reconocerlo y denunciarlo, tendría que matarla. La joven luchó por su vida, logró salir de la vagoneta y trepar el pequeño muro de una casa. Allí, la dueña la auxilió y le prestó teléfono para que llamara a su familia. El agresor se quedó afuera de la casa por dos horas, aguardando a que ella saliera, pero como la joven no lo hizo, finalmente se fue. “Quiero que le den de baja, que lo encarcelen, aparte de todo lo que me hizo, ¡quería matarme!”, lloró la víctima. La Policía investiga el caso.
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